Tal y como quienes les conocemos bien no habíamos dudado ni por un segundo, nuestro Equipo ha dado en la final de Pekín la mejor imagen posible: la de un grupo ganador, de jugadores con un compromiso inquebrantable, una mentalidad que supera todas las dificultades. La imagen que nos ha enamorado a todos.
Ha sido, como está reconociendo todo el mundo, un partido para disfrutarlo. Y para sentirnos orgullosos, de la plata y del esfuerzo de todo el equipo hasta que se ha parado el reloj. No hemos tenido el oro muy lejos, casi lo hemos llegado a tocar. Pero lo que no vamos a perder ya nunca es el haber sentido, por unos minutos, que todo el resto mundo estaba con nosotros. Y esto ha sido también impresionante.
A estos jugadores les debemos un reconocimiento histórico, sí, ya desde que fueron campeones del mundo junior hace nueve años. Pero en momentos de tanta alegría y orgullo como estos, no me puedo olvidar de jugadores como Nacho Rodríguez, Alfonso Reyes o Alberto Herreros, entre muchos otros, que ayudaron a que este equipo actual creciera en talento, experiencia y carácter. Porque si de algo podemos estar doblemente orgullosos es de que tenemos un equipo campeón dentro y fuera de la cancha.
Todas las felicitaciones que estamos recibiendo, todos los mensajes que nos llegan, nos hablan de lo mismo: de sentimientos. Son los sentimientos que queremos compartir con todos los aficionados españoles, pero muy especialmente con quienes en nuestro país están sufriendo todavía momentos de gran dolor. Que sepan, desde Pekín, que el baloncesto español está a su lado.