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domingo, 25 de julio de 2010

El deporte despejó la incógnita

Éxitos como los conseguidos con las selecciones Sub20 Masculina y Femenina subiendo al podium en los dos Eurobasket de la categoría (gran bronce para los de Orenga y espectacular plata para las chicas de Mondelo) derrotando en las rondas finales a los anfitriones Croacia y Letonia no hace sino reforzar el modelo que ofrecen sus mayores.

Vivimos en un mundo cambiante y global donde, con demasiada asiduidad, los valores se identifican con situaciones, acciones y acontecimientos más que con su esencia educativa. Por eso, cuando padecemos situaciones de crisis, conceptos como la Solidaridad o el Trabajo en Equipo parecen pasados de moda. Pero, por suerte, la irrupción del deporte capitalizado por éxitos colectivos como los de las Selecciones de Baloncesto y Fútbol (histórico doblete mundial del que disfrutamos actualmente) ha desembarcado con fuerza en la sociedad española arrancando de cuajo los complejos de varias generaciones.

Nuestros deportistas están demostrando al máximo nivel que la esencia competitiva del deporte no tiene por qué estar reñida con la educación. Dice Vicente del Bosque que "La imagen de un seleccionador es la imagen del país que representa" y tanto sus jugadores como los integrantes de nuestra ÑBA o estrellas del deporte individual como Contador o Rafa Nadal lo demuestran en el día a día y en su compromiso con la camiseta que defienden cada verano.

No es casualidad que las selecciones españolas sean las que menos ‘deserciones’ contemplan en sus filas, ni que un país entero se eche a la calle para festejar sin complejos su españolidad cuando se viven momentos históricos con al consecución del Mundial, Wimbledon o el Tour de Francia además de asistir al ‘regreso’ de Fernando Alonso. Pasó el tiempo en el que envidiábamos el orgullo patrio de países vecinos y en eso ha tenido mucho que ver el deporte.

Pero lo más grande es que sus actitudes las podemos ver con frecuencia en el comportamiento y rendimiento de las estrellas del futuro como las selecciones de formación del Baloncesto Español. Procesos evolutivos como este demuestran el acierto del visionario pedagogo Pierre de Coubertain, quién consideraba los Juegos como el símbolo para fortalecer los objetivos educativos del movimiento olímpico -que él creó- hacia la sociedad en general. Porque el deporte posee un enorme potencial para contribuir al desarrollo de los pueblos pero, para conseguirlo, resulta fundamental transmitir sus valores y en ese campo las nuevas tecnologías están ayudando a dar el salto de calidad necesario para acometer ese reto.

Incluso cuando se gestaba un intenso debate socioeducativo sobre los valores que hay que transmitir en la actualidad los éxitos deportivos han despejado la incógnita sin fórmulas mágicas ni recetas milagrosas. Han bastado el sentido común y los beneficios de poner el talento individual al servicio el colectivo para establecer las bases de un nuevo modelo social en el que el deporte es, probablemente, el medio de comunicación más efectivo del mundo moderno. Con un poder tan contundente como para convencer a todo el planeta (incluidos nosotros mismos) de que la palabra que nos viene a la mente cuando se habla de España vuelve a ser CREDIBILIDAD.

martes, 13 de julio de 2010

Parecidos más que razonables

Decía Henry James que “el hombre es la suma de sus fantasías”. Y las nuestras se unieron en el verano de 1999 cuando los júniors de oro nos enseñaban el camino para erradicar complejos heredados. En adelante, solo jugaríamos para ser campeones. Y poco importaba si, como en 1999, enfrente estaba Estados Unidos. En ese descaro encontramos el primer paralelismo entre la gente del baloncesto y ésta del fútbol, ejecutora de Alemania.

Aunque la identidad más preciada entre ambos bloques aflora en una filosofía vital muy recomendable. Son estrellas, sí, pero son normales, creíbles como vecinos, educados en el respeto, fieles al sacrificio, enfocados a lo colectivo, amigos más que conocidos, gustosos de divertirse y divertir con su juego, ambicioso al máximo, de raíz humilde… No cuesta imaginarles en la mesa contigua de un bar tomando una caña, por eso la gente se refleja en ellos. No les cambiaron los oros ni buscaron otra forma de fama que la implícita en su éxito. Y mi opinión no nace del oportunismo. Se puede recordar 2006. Entonces, el fútbol fracasaba en el Mundial. Meses después, el baloncesto levantaba el título mundial.

Hubo quien trató de enfrentarnos, en una historia tan patria de buenos y malos. Nosotros éramos los guapos, no obstante, acudimos en bloque para defender a esos malos, gente sana, superdotados para aguantar una presión sin equivalente en el deporte español. Basta mirar el ejemplo de Casillas, con esa capacidad para sobrevivir al revuelo a su alrededor es para quitarse el sombrero.

Y tan parecidos somos que la última vez empezamos perdiendo. Nosotros en el Europeo, ellos en el Mundial. Primer partido, optimismo desbocado (en el entorno) y derrota inesperada. Pero ambos creemos en Nietzsche: “Lo que no te mata te hace más grande”.

Después de aquel desliz ante Suiza escribí a Hierro y Del Bosque para reforzar lo que seguro sabían: mientras tienes fichas, sigues en la mesa. “Nosotros empezamos perdiendo y acabamos triunfando”, les decía. “Hay materia prima, no hay por qué perder la confianza”. La respuesta desde Sudáfrica fue de seguridad: “Las cosas se han hecho bien. Opciones intactas”. Hoy son campeones, para su bien y el nuestro, pues nada cohesiona este país como el deporte. Y al tiempo regalan credibilidad. Nadal, Alonso, Pau Gasol, Xavi… hablan de un país serio.

¿El futuro? Nosotros asistimos cada año a quinielas sobre las renuncias de nuestras estrellas, sin embargo, España es luego quien menos bajas padece. Muchos anuncian deserciones o no se explican por qué nuestros jugadores acuden a su cita. “¿Por qué vuelvo? Porque las montañas están ahí” señalaba Edmund Hillary, pionero en el Everest. Y es que ningún equipo existe sin compromiso, fundamento de nuestras mil medallas y de un Mundial y una Eurocopa encadenados en el fútbol.

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA EDICIÓN DE EL MUNDO DEL MARTES 13 DE JULIO DE 2010

jueves, 1 de julio de 2010

En Alemania se abre otro verano intenso

Este viernes la selección U17 masculina abre –en el Mundial de su categoría- un verano que de nuevo va a ser intenso en competitividades y emociones para nuestras selecciones nacionales.

Desde esta misma semana en Alemania hasta principios del próximo mes de octubre en República Checa serán diez los equipos de chicos y chicas que pasearán el nombre de nuestro país y los valores de nuestro baloncesto en cuatro Mundiales y seis Europeos, todos ellos a disputar sin movernos de continente.

Como cada año, de nuestros equipos esperamos la máxima competitividad y su ilusión y entrega por alcanzar los mayores objetivos posibles, las dos bases sobre las que en los últimos años hemos edificado veranos verdaderamente exitosos, no sólo por lo que hemos conseguido sino por cómo lo hemos conseguido.

En los equipos técnicos de varias de estas diez selecciones que en los próximos tres meses van a ser el gran foco de atención del baloncesto español hay novedades respecto al último curso, pero todos están formados por profesionales que a su ilusión y sana ambición por el éxito puntual de su equipo suman el imprescindible compromiso con lo que el mundo entero conoce por Método FEB. Un compromiso que también nos ofrecen los clubes en los que durante cada temporada se desarrollan quienes ahora comparten el orgullo de vestir la camiseta española, y las Federación Autonómicas que les acogen en sus competiciones.

Y un compromiso que, por supuesto, los jugadores y las jugadoras nos renuevan año a año, que es el que sirve de ejemplo para las generaciones que piden paso y que nos suelen dar, también, grandes satisfacciones.

Confiamos en que este verano acabe siendo tan inolvidable como el pasado.