La figura de Juan Antonio Samaranch será a partir de ahora lo que ya era en vida: un referente del deporte español moderno, para el que sin duda fue, desde su atalaya de Laussanne, un verdadero líder.
Cuando a mediados de los pasados años 80 apadrinó el proyecto olímpico de Barcelona 92 –convertido después en brillante realidad- al deporte español le hizo creer en su gran capacidad para asumir sin complejos la organización de los más grandes eventos internacionales. Por eso hay un antes y un después de aquella cita, pero no sólo en Barcelona sino también en Sevilla, en Madrid... Samaranch fue quien dio el gran paso. Y bien puede decirse que España ha sido en los últimos años y seguirá siendo en el futuro sede de grandes competiciones gracias a las estructuras creadas por él.
Además, en lo personal, desde mi cargo de presidente de la FEB siempre he sentido su apoyo y he recibido y escuchado sus consejos.
Las reacciones del mundo del deporte español y mundial en la hora de su despedida –emotivamente anunciada por él mismo en su discurso de apoyo a la candidatura de Madrid 2016- dejan bien a las claras que la de Juan Antonio Samaranch es una figura capital en la historia del deporte del siglo XX, base del deporte del presente y del futuro.