Éxitos como los conseguidos con las selecciones Sub20 Masculina y Femenina subiendo al podium en los dos Eurobasket de la categoría (gran bronce para los de Orenga y espectacular plata para las chicas de Mondelo) derrotando en las rondas finales a los anfitriones Croacia y Letonia no hace sino reforzar el modelo que ofrecen sus mayores.
Vivimos en un mundo cambiante y global donde, con demasiada asiduidad, los valores se identifican con situaciones, acciones y acontecimientos más que con su esencia educativa. Por eso, cuando padecemos situaciones de crisis, conceptos como la Solidaridad o el Trabajo en Equipo parecen pasados de moda. Pero, por suerte, la irrupción del deporte capitalizado por éxitos colectivos como los de las Selecciones de Baloncesto y Fútbol (histórico doblete mundial del que disfrutamos actualmente) ha desembarcado con fuerza en la sociedad española arrancando de cuajo los complejos de varias generaciones.
Nuestros deportistas están demostrando al máximo nivel que la esencia competitiva del deporte no tiene por qué estar reñida con la educación. Dice Vicente del Bosque que "La imagen de un seleccionador es la imagen del país que representa" y tanto sus jugadores como los integrantes de nuestra ÑBA o estrellas del deporte individual como Contador o Rafa Nadal lo demuestran en el día a día y en su compromiso con la camiseta que defienden cada verano.
No es casualidad que las selecciones españolas sean las que menos ‘deserciones’ contemplan en sus filas, ni que un país entero se eche a la calle para festejar sin complejos su españolidad cuando se viven momentos históricos con al consecución del Mundial, Wimbledon o el Tour de Francia además de asistir al ‘regreso’ de Fernando Alonso. Pasó el tiempo en el que envidiábamos el orgullo patrio de países vecinos y en eso ha tenido mucho que ver el deporte.
Pero lo más grande es que sus actitudes las podemos ver con frecuencia en el comportamiento y rendimiento de las estrellas del futuro como las selecciones de formación del Baloncesto Español. Procesos evolutivos como este demuestran el acierto del visionario pedagogo Pierre de Coubertain, quién consideraba los Juegos como el símbolo para fortalecer los objetivos educativos del movimiento olímpico -que él creó- hacia la sociedad en general. Porque el deporte posee un enorme potencial para contribuir al desarrollo de los pueblos pero, para conseguirlo, resulta fundamental transmitir sus valores y en ese campo las nuevas tecnologías están ayudando a dar el salto de calidad necesario para acometer ese reto.
Incluso cuando se gestaba un intenso debate socioeducativo sobre los valores que hay que transmitir en la actualidad los éxitos deportivos han despejado la incógnita sin fórmulas mágicas ni recetas milagrosas. Han bastado el sentido común y los beneficios de poner el talento individual al servicio el colectivo para establecer las bases de un nuevo modelo social en el que el deporte es, probablemente, el medio de comunicación más efectivo del mundo moderno. Con un poder tan contundente como para convencer a todo el planeta (incluidos nosotros mismos) de que la palabra que nos viene a la mente cuando se habla de España vuelve a ser CREDIBILIDAD.