Cuando a uno, después de un largo viaje, le llega al teléfono una noticia como la del fallecimiento de Andrés Montes, lo que recibe es un mazazo. Inesperado y muy duro. Lo ha sido para todos, pero nosotros tenemos especialmente recientes los recuerdos de haber compartido los últimos grandes éxitos de la Selección, en los que desde su posición de narrador ha sido prácticamente un miembro más del equipo.
Nuestro baloncesto le recordará siempre por su aportación de genialidad y originalidad, con las que consiguió acercar a muchos españoles a nuestro deporte y a nuestros valores. Andrés era y seguirá siendo uno más de esa gran familia que es el baloncesto español. Y una manera de no olvidarle será esforzarnos todos, en su memoria, en conseguir que el baloncesto, su baloncesto, pueda seguir siendo, como la vida, maravilloso.
Hasta siempre, jugón.
Artículo publicado en el diario As en su edición del domingo 18 de octubre de 2009