Haber subido al podido en todos los campeonatos en que hemos participado este verano es uno de los mayores éxitos de la historia de nuestro baloncesto femenino. Y haberlo hecho en todas las categorías refuerza aun más la evidencia de que no son resultados puntuales sino fruto del trabajo continuado en toda la pirámide de nuestro baloncesto que, además, nos hace vislumbrar un ilusionante futuro.
Como hemos dicho en otras ocasiones, tan orgullosos estamos de estas cinco medallas como de la forma en que se han conseguido: con carácter ganador, ambición, calidad deportiva y humana y respeto a los rivales, todo lo cual ha hecho de nuestras selecciones no sólo equipos de máximo nivel competitivo internacional sino también ejemplos de valores.
Pero una vez conseguidas y celebradas como merecen las medallas que han rubricado este verano histórico -por las que hay que felicitar a todos los miembros de estas cinco selecciones-, hay que seguir trabajando con la misma ilusión, ambición y compromiso que hasta ahora porque estos éxitos tienen que servir no sólo para disfrutarlos ahora sino también, y sobre todo, para no dejar de preparar el futuro.
En la FEB hemos tenido siempre claro que el baloncesto femenino es una pata fundamental de todo el baloncesto español, imprescindible para seguir creciendo, y lo hemos demostrado poniendo a su disposición todos los medios posibles. Por eso estos éxitos nos saben siempre a oro.