Si para nuestras generaciones la medalla de plata de Los Angeles 1984 fue hasta hace poco todo un referente, para las actuales, que lógicamente se miran en el espejo de lo más reciente, la del 25 de julio de 1999 es una fecha mágica: aquella tarde muchos descubrieron a un grupo de chavales que desde el anonimato de la base saltaron a las pantallas de televisión para que toda España fuera testigo de su proclamación como campeones del mundo.
Hoy, diez años después de aquellos momentos inolvidables, los Juniors de Oro son ya verdaderas estrellas de alcance mundial y un espejo para todos nuestros jóvenes. Y lo son, como se les reconoce de forma unánime, tanto en las canchas como fuera de ellas. Su irrupción en nuestro baloncesto no sólo nos ha reportado éxitos deportivos, medallas y podios con los que todos hemos disfrutado y nos hemos emocionado, sino sobre todo la transmisión de unos valores que les han convertido en referentes globales. De los que estamos más que orgullosos.
Porque para la FEB es realmente un orgullo haberles podido llevar de la mano, a través de nuestras selecciones en diferentes categorías, en un camino que tienes ya visos de acabar siendo legendario.
Hace tiempo que nuestros Juniors de Oro han dejado de ser juniors, y me atrevería a decir que también son ya, más que de oro, de platino. Sólo nos queda felicitarnos todos nosotros y darles a ellos las gracias por estos diez años tan maravillosos.