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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Sin jugadores y personas como Nacho no habría sido posible

Cuando un jugador decide colgar las botas se acostumbra a repasar su palmarés, sus títulos, medallas, victorias… Pero hay deportistas cuya huella está muy por encima de los éxitos materiales, incluso aunque los haya conseguido sobradamente. Uno de esos jugadores es Nacho Rodríguez.

Nacho es, lo fue desde sus inicios y lo va a seguir siendo, un enamorado del baloncesto, un hombre de nuestro deporte. En el Maristas, en el Unicaja, en el Barcelona, en Alicante, en Menorca y también en Valladolid lo han podido comprobar a lo largo de una carrera intachable que, para nuestra fortuna, tuvo también un brillante capítulo en la Selección.

Lo he dicho muchas otras veces y lo repito hoy, casi a la misma hora en que Nacho anuncia en Málaga su retirada de las pistas: sin jugadores y personas como él difícilmente habría sido posible estar viviendo el sueño que vivimos ahora, cada verano. Nacho, al igual que compañeros suyos como Alfonso Reyes, Alberto Angulo o Alberto Herreros, fueron quienes empezaron a moldear el carácter, el espíritu y la voluntad de compromiso de las estrellas a las que dieron el relevo. En una época en la que España estaba mucho más lejos de los podios, ese carácter, ese espíritu y esa voluntad de compromiso que tan bien encarnó él hicieron posibles éxitos como la medalla de plata de 1999 y la de bronce de 2001.

En la FEB ya sabíamos que Nacho llevaba unos meses meditando su retirada. De hecho, con nosotros quiso explorar este verano –como entrenador ayudante de la Selección Promesas- qué le podía ofrecer el baloncesto no ya desde la pista sino desde el banquillo. Ahora que ha dado definitivamente el paso, sabe que tiene nuestras puertas abiertas. Porque Nacho Rodríguez forma parte de nuestra historia tanto como el que más.

Muchísima suerte en tu nueva etapa, Nacho. Y gracias por todo lo que como jugador nos has sabido dar.