Nuestra Selección femenina merecía sin lugar a dudas una medalla, y la de bronce conquistada en Riga nos ha sabido verdaderamente a gloria porque permanecer durante casi una década entre los tres mejores equipos de Europa es algo que sólo está al alcance de equipos grandes. Y éste ha demostrado con creces que lo es.
Como todos los éxitos, éste es también producto del trabajo de todos, y del talento y carácter de las jugadoras. Pero también, como en la FEB hemos querido destacar siempre, de su enorme compromiso con el equipo. Ésta es una Selección de máximo nivel deportivo porque también lo es de máximo nivel humano.
En el concierto del baloncesto femenino internacional tenemos rivales, como Rusia, que están un peldaño por encima, básicamente en lo físico, y a un rival físicamente tan superior es muy difícil doblegarle. Pero no podemos olvidar que hace unos años las rusas eran poco menos que inalcanzables, y en cambio ahora competimos casi de tú a tú y, sobre todo, con el convencimiento de que les podemos ganar.
Cinco medallas consecutivas en los Eurobasket representan un hito histórico para nuestro baloncesto femenino, que convierten a nuestra Selección en un ejemplo. Como lo es nuestro deporte para otros deportistas. Escuchar como hemos escuchado estos días a Iker Casillas y Vicente Del Bosque, en el centro de los focos mediáticos, ponernos como espejo de los éxitos del fútbol español es doblemente gratificante.
Como lo es la impresionante respuesta que está recibiendo nuestra propuesta de presentar la candidatura de Pau Gasol al Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2009. Un motivo más para marcarnos el reto de no dejar de ser un deporte de medalla y un espejo para los demás.