Hace cuatro años, cuando fui elegido presidente de la FEB y tomé el relevo de Ernesto Segura de Luna, quise plantear una serie de retos, de desafíos, que en aquel momento pudieron parecer excesivos pero que entre todos hemos conseguido cumplir. Porque el resumen de este último periodo es claro: hemos crecido.
El baloncesto español ha crecido en lo deportivo, en lo económico y en lo social, y la FEB ha crecido también en lo estructural. Pero ahora que encaramos un nuevo cuatrienio, el de mi segundo mandato presidencial gracias a la confianza que han depositado todos los estamentos en mí y en mi equipo, no podemos mirar atrás. Los éxitos que hemos conseguido, los excelentes resultados que podemos exhibir, son ya pasado. Un pasado que no vamos a olvidar y del que tenemos que sentirnos verdaderamente orgullosos, pero del que no podemos vivir.
Lo único que nos mueve ahora es lo que vamos a hacer en los próximos cuatro años, y, tal y como dije apenas unos minutos después de ser reelegido, nuestra única meta debe ser la de la utopía. Dicho de otro modo: vamos a seguir marcándonos desafíos y retos, aunque a algunos les puedan parecer eso, excesivamente utópicos. Para nosotros, para todo el magnífico equipo profesional y humano con que cuenta la FEB, no lo van a ser. Queremos traer a España el Mundial 2014, queremos llegar al 2012 con un millón de licencias, queremos que el baloncesto siga siendo el mejor vehículo social posible… En definitiva, queremos seguir trabajando para que el baloncesto español siga creciendo. Y queremos seguir haciéndolo de la única manera en que es posible: desde la unidad de todos nuestros estamentos, desde las imprescindibles Federaciones Autonómicas hasta los jugadores, los clubes, los entrenadores y los árbitros; y con el apoyo y la colaboración, impagable también, de las instituciones, los patrocinadores y los medios de comunicación.
Todos formamos ese Club España que ha permitido a nuestro baloncesto convertirse en los últimos años en una referencia a nivel mundial, no sólo por los resultados sino sobre todo por los valores que ha transmitido nuestro método de trabajo. Y nuestra ilusión por el baloncesto. La ilusión que nos va a permitirnos está permitiendo ya lanzarnos hacia un futuro de retos, desafíos y utopías.
Llegue desde estas líneas mi agradecimiento personal a quienes nos los han confiado de nuevo a nosotros.