En los últimos veranos la Federación Española de Baloncesto viene recibiendo palabras de elogio por los éxitos conseguidos por las diferentes selecciones nacionales en competiciones internacionales. Y yo siempre me remito a lo mismo: no se trata de hechos esporádicos, de suerte en determinados lances del juego... el trabajo de todo el año, ya sea por parte del Gabinete Técnico de la FEB o de los entrenadores de los clubes durante toda la temporada, ya estaba hecho. Las competiciones determinan el puesto en función de este trabajo. Nadie puede asegurar las medallas pero sí que aumenten las posibilidades de conseguirlas. España es actualmente una gran potencia mundial y, posiblemente, el líder europeo. Me agrada que las seis medallas de formación conseguidas se hayan repartido en categoría masculina y femenina, y que se hayan conseguido en las tres franjas de edades: cadete, junior y sub20. Esto supone que España es competitiva en cualquier campeonato al que acude y que el futuro a corto, medio o largo plazo está asegurado.
Si hace unos años mirábamos las banderas americanas, rusas o yugoslavas siempre por encima de la nuestra, ahora la situación ha cambiado. Somos favoritos en cada torneo al que acudimos y el trabajo en la base asegura el mantenimiento de la elite. Sólo tengo palabras de admiración hacia esa selección U20 Femenina, que se sobrepuso a las adversidades para ser campeonas de Europa; o esa U20 Masculina, que sin sobresaltos y con una gran capacidad de trabajo consiguió la plata en Eslovenia; o esa U18 Femenina que sigue confirmándose como una generación de tremendo talento; la U15 Masculina, plata en el Festival Olímpico de la Juventud; o, por último, las dos U16 , tanto en Masculina como en Femenina, que nos demuestra que las buenas hornadas de jugadores siguen llegando desde abajo. También quiero mencionar los buenos papeles de la U18 Masculina en un Europeo Junior “manchado” por una situación que no quiero volver a recordar; y los equipos que han disputado los tres Mundiales de Formación.
Todavía quedan los dos grandes retos del baloncesto español de este año: El Europeo Femenino de Italia, el primer paso para conseguir la clasificación para los Juegos de Beijing 2008; y el EuroBasket de España 2007, que está despertando en los medios y los aficionados una expectación con la “eñemanía” que nuestro deporte ya había olvidado. El ambiente de euforia que se vive podría ser peligroso si no estuviéramos hablando de unos campeones del mundo con los pies en el suelo, con una capacidad de sacrificio fuera de toda duda, con una calidad humana igual o mayor que la deportiva.
Nos enfrentamos a un momento importante del baloncesto español y, también en este caso, el trabajo estará hecho, por lo que las posibilidades de éxito son mucho mayores.
Pero tampoco me quiero centrar en el mundo de las selecciones, que es el que acapara el verano en la Federación. El Curso de Entrenador Superior, los clinics arbitrales, el master de periodismo o la estructura de unas competiciones federativas cada vez más interesantes y profesionales suponen también que la temporada 2007/08 comienze ya con el trabajo realizado, para que el aficionado sea el que disfrute.