Cuando Pepu Hernández gritó en la Plaza de Castilla a más de 100.000 aficionados “Ba-lon-ces-to” nos estaba avisando a todos los que participamos de este deporte que no podemos desperdiciar este momento. Ahora, en la cima del mundo, el objetivo es mantener o ampliar esa afición capaz de seguir los partidos por televisión y esperar hasta la una de la madrugada a sus ídolos; mantener o ampliar ese nivel de juego del baloncesto español en competiciones internacionales; mantener o ampliar los valores de compromiso y solidaridad que ha mostrado la Selección Masculina.
Este editorial tendría que enumerar los éxitos de 12 jugadores y un gran cuerpo técnico desde que viajaron a Japón: 18 partidos invictos, medalla de oro, campeonato del Mundo, Jugador Más Valioso del torneo, recibimiento en el Palacio Real y la Moncloa, Premio Príncipe de Asturias del Deporte 2006,... son hechos históricos de los que los medios de comunicación se han hecho eco consiguiendo que el baloncesto consiguiera de nuevo portadas diarias. Es un momento mágico en el que sería fácil sumergirse para escuchar los elogios y las felicitaciones de todos. Pero estoy convencido de que es el mejor momento para trabajar de cara al futuro.
No podemos dejar pasar esta oportunidad para que el baloncesto, un deporte joven, ilusione a los aficionados y vuelva a tener la importancia de años atrás. Necesitamos que las calles se llenen de niños jugando al baloncesto, que haya un balón en cada casa que los medios de comunicación concedan más espacio a nuestro deporte, que el éxito de la selección (fruto del trabajo de clubes, instituciones, federaciones autonómicas, entrenadores, árbitros, médicos, periodistas...) repercuta de nuevo en ellos. Para ello tenemos que remar todos en el mismo sentido y elaborar estrategias comunes que amplifiquen la repercusión de nuestro deporte.
El título de campeón del Mundo no es fruto de la casualidad. Se trata de una generación de grandísimo talento mezclada con jugadores más veteranos y más jóvenes que se han integrado a la perfección. Acabamos de comenzar un trienio que ya es histórico, con el oro de Japón 2006, que tendrá su siguiente etapa en el Europeo 2007 de España y que terminará con los Juegos Olímpicos del 2008. Pero los cadetes con su oro (excepcional Ricard Rubio) y los juniors con su bronce nos han demostrado este verano que hay materia prima suficiente para que el futuro sea también exitoso. La Selección tiene cuerda para rato y la renovación está asegurada.
Y qué decir del baloncesto femenino, que año a año nos concede más alegrías. Oro europeo en U16, U18 y semifinalista en U20, mientras que en Brasil la absoluta da muestras de un coraje y una competitividad fuera de toda duda. Un verano también apoteósico que inicia el Año de la mujer en el baloncesto, una iniciativa que pretende potenciar el basket femenino.
Eso sí, el baloncesto no para. Las actividades de las Selecciones terminan y ya están los clubes esperando para comenzar las competiciones. La LEB (de nuevo, la mejor LEB de la historia) echa a andar con más potencial que nunca, y llevando de la mano a sus hermana menor, la LEB 2, y la EBA. Más adelante llegará el turno de la Liga Femenina y la Liga Femenina 2. Desde ahora se va a oir mucho más esta palabra: BA-LON-CES-TO.
Gracias a todos y, en especial, a los aficionados, los patrocinadores y los medios de comunicación.